El dolor se extendía por todo mi cuerpo.
Las lagrimas caían lentamente por mis mejillas, rojas por tanto llorar.
Quería gritar, pero sabia que nadie respondería.
Oh, solo en algo podía pensar.
Era aquel abrazo que me diste, antes de marcharte y dejarme.
Aquel calor empece a anhelar, anhelaba algo que ya no podría tener.
Cansada y agotada, cerré lentamente los ojos.
El cansancio hizo que durmiera.
Cuando desperté, todo había sido un sueño, mire por la ventana.
Era de noche y la luna iluminaba mi habitación.
Recordé parte de sueño, suspire y me volví a dormir.