Dulces sueños.

Un cuento de hadas, todo en el estaba perfecto. La princesa en apuros, el príncipe que la salva y los villanos son castigados.
Mi cuento no es así.
La princesa, de un lejano reino, vivía plácidamente, con sus padres y sirvientes. Comprometida con el amor de su vida, un amor mutuo que rompía fronteras.
Cierto día, la princesa y príncipe salieron a pasear, no faltaba mucho para su boda, y por tradición, el novio no la vería hasta el día de la boda, así que salieron a dar su ultimo paseo.
En el trascurso, encontraron un río, afuera de sus reinos. Cansado fueron a tomar agua.
Cuando se iban, la princesa, vio no muy lejos unos árboles rebozan-tes de manzanas. No dudo en ir por unas. El príncipe, recordó una pequeña historia, una bruja vivía por los alrededores, y, para evitar intrusos en sus tierras, los árboles, siempre tendrían deliciosas manzanas, aunque el árbol fuera de otros frutos. Tan rápido como lo recordó, corrió asía la princesa, pero había sido demasiado tarde. El hechizo callo sobre ella. Desesperado empezó a gritar su nombre. Pero era envano, ella no despertaba. La tomo en brazos y se fue a su reino.
La noticia recorrió pronto los dos reinos.
Nadie tenia la cura para ese hechizo. Entonces el príncipe probo besándola.
En cuanto puso sus labios sobre los de la princesa, el hechizo callo también en el.
Los dos duermen juntos, tomados de la mano, hasta que su amor, sea callado.

Luz

Un destello de la oscuridad salio.

Llevaba corriendo demasiado tiempo en ella.

Aquel destello rozo mi mejilla.

Me detuve, un grito de mi espalda bino, no voltee.

Corrí asía adelante.

La luz hay seguía, tentándome.

Pero los recuerdos, me siguen atando.

Recuerdo

Me pedías algo que para mi era imposible.
Seguías pidiéndomelo.
Me lastimaba un poco.
El que no te rindieras, pero también el que yo me negaba.
En esos días, nuestros países se encontraba en guerra.
Yo, no tenia poder alguno como para participar en ella.
En cambio tu, como líder, tenias que ir.
Me ofreciste por ultima vez, que me uniera a ti.
Esperanzada de que me oirías, tome tu mano y me arrodille, empece a hablar, realmente, no sabia en que situación te encontrabas, en ese momento, me comporte egoistamente, y te pedí, ahora a ti, algo imposible.
Cuando acabe de hablar, tomaste mi mano, y le levantaste. 

Miraste mis ojos.
Pensé, que me escucharías.
Tome fuertemente tu mano, no la quería soltar.
Pusiste tu mano encima de las mías.
Tu sonrisa, se puso algo triste, me jalaste, me pediste que espera por ti, me puse feliz, me escuchaste.
Cerré los ojos, y sentí tu calor en mis labios, duro poco tiempo pero me sentí realmente feliz.
Cuando los abrí, tu sonreías.
Apretaste mis manos, las retiraste de las tuyas.
No entendía.
-Adiós.
Cerraste los ojos, te diste vuelta y te marchaste.
Sabia que tenias que ir. Sabia que volverías, pero no podía detener mis lagrimas.
-Siempre te esperare, siempre, siempre, por eso vuelve.
Fue lo ultimo que grite.
Miraste atrás, sonreí lo más que pude, para que me vieras.
No pude ver nada más, mi vista se nublo.
Pero puedo asegurar, que vi por ultima vez tu sonrisa.

Chibitalia y Sacro Imperio Romano