8/1/14

Desesperación

Sobre la cama, con la espalda recostada sobre los almohadones estaba la pequeña figura de Killa. A Erika le habría parecido una hermosa estatua de cera, tan quieto y pálido, solo las lágrimas que recorrían las mejillas y el sutil temblor de los hombros dejaban ver que estaba vivo.


Cuando el tigre probó a su gato

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